Etiquetas

4.6.08

Camino a la felicicdad, la verdad científica

Personas en diferentes partes del mundo, sin las mismas percepciones del mismo. Todas distintas en más formas de las que te puedas imaginar. Pero hay algo que las une. Como el cordón umbilical color rosa une a un feto con su madre. Como la inmensa línea que une al cielo con el mar en un despejado día en la costa verde. Es el sentimiento. Todos sentimos lo mismo, al ganar, al saber que somos autónomos, al saber que somos competentes, al forjar lazos con otras personas en las diferentes situaciones de la vida. Es el rasgo que pinta de un sólo color a toda la humanidad. Pero esa fuerza llamada felicidad que nos conduce a todos a su búsqueda ¿Puede ser minimizada a depender sólo de una pequeña región del cerebro?

La pregunta que ha atormentado a psicólogos, psiquiatras y neurocientíficos ha sido resuelta. ¿Qué es lo que hace a la vida color de rosa? La felicidad.
Esta Depende del tamaño de las regiones subcorticales del cerebro. Se determinó en una investigación que el núcleo caudado es la zona del cerebro que aporta felicidad. Esto abre nuevas posibilidades a una detección más rápida de algunas enfermedades mentales, especialmente la depresión y la esquizofrenia.
Analizando a 30 voluntarios se notó que la diferencia de tamaño de esta zona cerebral varía en las personas con depresión. Se demuestra dentro de este seguimiento que los budistas son más felices. Científicos llevaron a cabo un estudio en Estados Unidos y encontraron que hay áreas asociadas con el buen humor y los sentimientos positivos más activos en el cerebro de los budistas que en el de las personas que no practican esta religión.

Se ha descubierto que la corteza orbito frontal se encarga de la recompensa y del placer. Esta está estrecha y ampliamente conectada con las estructuras mediales del lóbulo temporal y talámicas mediales, responsables del procesamiento y consolidación de la memoria. Se dice que la principal causa de la infelicidad del ser humano estaría en nuestro sistema límbico o cerebro emocional, una estructura que gestiona respuestas emocionales ante estímulos sensoriales. Ahí, "toda la información que recibimos del mundo externo a través de los sentidos se impregna de matices emocionales, de placer o dolor, lo que realmente nos impide ser felices".

Luego de 700 millones de años de evolución se plantea, Prof. Francisco Mora, catedrático y director del Departamento de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que no estamos diseñados para alcanzar la felicidad. "Quien en medio del placer no siente deseo... Quien ha abandonado todo impulso, temor o cólera... Quien ni odia ni se entristece... Ése, está en plena posesión de la felicidad o la sabiduría". Con esta cita, extraída del Mahabarata, la gran epopeya religiosa, filosófica y mitológica de India, explicamos lo propuesto por Francisco Mora. Que sería imposible ser completamente felices sin dejar de lado lo que nos hace humanos, el errar. Entre otras propuestas planteadas es interesante el hecho que luego de pruebas de resonancia magnética las mujeres muestran mayor representación cerebral cuando evocan pensamientos tristes que los varones, y esto explicaría el riesgo casi duplicado de depresión que padecen con respecto a los hombres.

Todo está relacionado con dicha zona cerebral. Por ejemplo, la percepción de caras hermosas, una función muy importante en la vida social, está conectada con la parte inferior y medial del lóbulo temporal. Con esa parte del cerebro distinguimos si una cara es familiar o no, si es fea o hermosa, y eso abre las puertas a un sentimiento de felicidad o no. Evaluaciones en ratas de laboratorio demuestran que disparando estímulos a esas zonas cerebrales pueden hasta remplazar los hábitos de la reproducción y de la alimentación.

Todo esto lleva a los científicos a pensar de que podrán encontrar la formula de la felicidad. Siendo esta una preocupación desde los comienzos de la historia lleva a la raza humana a crear la ‘neurociencia de la felicidad’. De la cual se tiene que aprender todavía mucho más aunque parezca injusto que la felicidad se venda en pasillas o inyecciones dirigidas al cerebro con una receta firmada por un doctor ‘x’. Esperemos que sea por el bien de la humanidad y no de unos cuantos, para poder llegar todos a ser felices. Pero esta seria ya la manera de la vieja escuela para alcanzar la felicidad, el hacer algo grande que marque la diferencia para la humanidad.

Rodrigo López

1 comentario:

22 dijo...

¿La verdad científica?

¡Yo lo flipo!, debo ser muy estúpida, muy ignorante o quizá una persona que sencillamente cree que la ciencia tiene muchas lagunas...

Sinceramente discrepo con todo lo que dice este texto, bueno no, con todo no... Quizá la esperanza, la
fe en algo (aunque ese algo no exista) o sencillamente la ilusión o la paz puedan proporcinar a una persona felicidad...
Pero de ahí a decir que a la felicidad se llega dependiendo de una pequeña parte del cerebro... ¡Es increíble!... es que... ¿acaso un médico puede darnos la felicidad?... Esto es lo más ilógico e incoherente que he leído en estos últimos días...

¿Adónde queremos llegar?...
Los pies en la tierra por favor!!!..
La felicidad no es un estado... es un sentimiento.. y todo sentimiento tiene una característica pricipal... el hecho de que es "instantáneo"... y por muchas sensaciones que inyectemos a una persona... la verdadera felicidad sólo se obtiene viviendo una determinada experiencia... que no tiene nada que ver con la ciencia..!!!!

Y ahora, dicho esto, después de aclarar que la felicidad son sólo instantes y no un estado que dura un largo período de tiempo... después de esto... quiero que quede claro que aunque estuviese equivocada y en realidad a la felicidad sí que se pudiese llegar a obtener manipulando esa pequeña parte del cerebro.. ¿por qué?, sí!, por qué manipularla???... No lo entiendo!!!, adónde queremos llegar con la ciencia???, de verdad queremos dejar que acaben manipulándonos?, que acaben controlando no sólo nuestra salud (que me parece perfecto) sino también nuestros sentimientos (algo que lógicamente ya no me parece perfecto sino todo lo contrario)...

¿Qué?

¿Dejar que la ciencia manipule nuestros sentimientos o manipularlos nosotros mismos?

¡Está claro!... más vale ser infeliz de vez en cuando y encontrar la felicidad por nosotros mismos... que dejar que una felicidad regalada y adquirida sea inyectada en nosotros...

Firmado: Alba Ramírez Guijarro.