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24.6.08

Pueblo nativo-contemporáneo

Una mañana seca o lluviosa. Dependiendo de la estación del año. Un pueblo antiguo y alejado. Punto ideal para desviar a un desconocido. Pobladores solidarios. Réplicas vivientes de las comunidades en la época del incanato. Calles estrechas por donde aún circula el agua limpia para sus pobladores. A pesar de ser ancestral, es el estilo de vida rutinario.

El pueblo de Ollantaytambo, en la provincia de Urubamba, a 80Km. al norte de la ciudad del Cuzco y a 40Km. de Machu Picchu. Se ubica a 2,792 m.s.n.m. Es otro parque arqueológico de nuestro país, que como tal, presenta una historia y también es un centro turístico.

No es un pueblo cualquiera de la época antigua. En él, descendientes de los incas, con sus vestimentas tradicionales y rostros puros de su raza india, habitan detrás de la clásica imagen de “tambo”. Palabra, que además de formar parte de la etimología del nombre de la zona. Es la misma, con que se denomina a los pueblos que servían de reposo a los viajeros.

Ollantaytambo, presenta compactas viviendas de piedra minuciosamente talladas y puertas cuadriláteras. El lugar está dividido por calles rectas, que presentan perfectos canales para la circulación del agua. Sus pobladores hacen que se le denomine, “la única ciudad viva del imperio de los incas”. Debido a que ellos aún viven con el sistema comunitario del Ayni. Que consiste en vivir en solidaridad. Temporalmente, cada mañana, se ve a un grupo de personas que se dirige hacia una morada vecina, y ayudan a éste en actividades que van desde la edificación de una vivienda, hasta preparar y cosechar la tierra para cultivos.

Lo más interesante de éste pueblo, no es su ubicación geográfica, cerca del Machu Picchu, o sus leyendas, de donde proviene la novela anónima Ollantay. Ni mucho menos, la cantidad de turistas que visitan la zona, sólo para tomar un tren, sin conocer su verdadera importancia. Lo que le da verdadero valor al poblado, es que éste es el único lugar donde es posible encontrar gente, que aún vive en los edificios que sirvieron como hogares a la nobleza de la sociedad inca. Estos son los habitantes, que representan la descendencia directa de la época del incanato. Época muy valorizada en cultura, pero casi nunca considerada en la sociedad como un estilo de vida autóctono.











Isabel Madrid Peña

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